El clima varía de una región a otra. Esta variación se debe a una distribución desigual del calor solar, a las respuestas individuales de la atmósfera, los océanos y la superficie terrestre, a las interacciones entre ellos, y a las características físicas de las regiones. Las perturbaciones de los componentes de la atmósfera que conducen a cambios mundiales, afectan varios aspectos de estas interacciones complejas. Algunos factores inducidos por los seres humanos que afectan el clima (‘forzamientos’) son de alcance mundial por su naturaleza, mientras otros difieren de una región a otra. Por ejemplo, el dióxido de carbono, que provoca el calentamiento, está distribuido de manera uniforme en todo el planeta, independientemente del lugar donde se originen las emisiones, mientras que los sulfatos en aerosol (pequeñas partículas) que compensan parte del calentamiento tienden a ser de carácter regional en su distribución. Asimismo, la respuesta a los forzamientos está regida en parte por los procesos de retroefecto que operan en regiones que no son aquellas en las que el forzamiento es mayor. Por tanto, los cambios previstos en el clima variarán también de una región a otra.
La latitud es un buen punto de partida para analizar cómo es que los cambios en el clima van a afectar una región. Por ejemplo, si bien se espera que el calentamiento afecte todo el planeta, el valor del calentamiento previsto aumentará por lo general desde el trópico hacia los polos en el hemisferio norte. La precipitación es más compleja, pero tiene también algunas características que dependen de la latitud. En las latitudes más cercanas a las regiones polares, se prevé que aumenten las precipitaciones, mientras los pronósticos indican que habrá una disminución de las precipitaciones en las regiones más cercanas al trópico (véase Figura 1). Se espera que haya un aumento de las precipitaciones tropicales durante las estaciones de lluvias (por ejemplo: de los monzones) y, en particular, en la región del Pacífico tropical.
La localización respecto de los océanos y las cadenas montañosas es también un factor importante. Por lo general, se pronostica que las zonas interiores de los continentes sean más cálidas que las zonas costeras. Las respuestas a las precipitaciones son especialmente sensibles no sólo a la geometría continental, sino también a la forma de las cadenas montañosas cercanas y a la dirección de las corrientes de viento. Los monzones, los ciclones extra-tropicales y los huracanes / tifones reciben todos, de diferentes maneras, la influencia de estas características específicas de cada región.
Algunos de los aspectos más difíciles para entender y pronosticar los cambios en el clima regional guardan relación con posibles cambios en la circulación de la atmósfera y los océanos y sus patrones de variabilidad. Aunque en algunos casos pueden realizarse afirmaciones generales que abarcan una variedad de regiones con climas cualitativamente similares, prácticamente cada región tiene, de alguna manera, sus propias características.
Esto es válido tanto para las zonas costeras que bordean el Mar Mediterráneo subtropical, como para las condiciones meteorológicas extremas en el interior de América del Norte donde se depende de la humedad que se transporta desde el Golfo de México, o las interacciones entre la distribución de la vegetación, las temperaturas oceánicas y la circulación atmosférica que ayudan a controlar la zona meridional del desierto de Sahara.
Si bien el desarrollo de un conocimiento sobre el equilibrio correcto de los factores mundiales y regionales continúa siendo un desafío, el conocimiento que se tiene de estos factores aumenta a un ritmo constante, elevando nuestra confianza en las proyecciones regionales.