Si. Las observaciones muestran una reducción a escala mundial de la nieve y el hielo, a lo largo de muchos años, sobre todo desde 1980 y que se ha incrementado durante el último decenio, a pesar del crecimiento en algunos lugares y los pequeños cambios acaecidos en otros (Figura 1). La mayoría de los glaciares montañosos se están reduciendo. La capa de nieve se está retirando más temprano en la primavera. El hielo marino en el Ártico está disminuyendo en todas las estaciones, sobre todo en el verano. Se han reportado reducciones en el permafrost, en las tierras congeladas estacionalmente y en el hielo de los ríos y lagos. En importantes regiones costeras, los mantos de hielo de Groenlandia, la Antártica oeste y los glaciares de la península Antártica se hacen cada vez más finos, contribuyendo a la elevación del nivel del mar. Se estima que la contribución total del derretimiento de los glaciares, los casquetes polares y los mantos de hielo a la subida del nivel del mar para el período de 1993 a 2003 fue de 1,2 a ± 0,4 mm yr–1.
Las mediciones realizadas vía satélite captan la mayor parte de la cubierta de nieve estacional de la Tierra y revelan que la cubierta de nieve de primavera ha disminuido un 2% por decenio desde 1966, aunque hay poca variación en otoño o a principios del invierno. En muchos lugares, la reducción de la primavera ha ocurrido a pesar de los incrementos en la precipitación.
Todavía los datos vía satélite no permiten mediciones igualmente confiables de las condiciones de los hielos en lagos y ríos, o en suelos congelados permanente o estacionalmente. Sin embargo, se han publicado numerosos informes locales y regionales que en general parecen indicar un calentamiento del permafrost, un incremento del grosor de la capa derretida sobre el permafrost durante el verano, una disminución de la profundidad de la congelación invernal en zonas de congelación estacional, una disminución en la extensión del perma frost y una reducción en la duración del hielo estacional en ríos y lagos.
Desde 1978, los datos vía satélite han ofrecido una cobertura continua de la extensión del hielo marino en ambas regiones polares. Para el Ártico, la extensión promedio anual del hielo marino ha disminuido 2.7 ± 0.6% por decenio, mientras que la extensión del hielo marino de verano ha disminuido 7.4 ± 2.4% por decenio. La extensión del hielo marino antártico no muestra tendencias significativas. Existen datos disponibles en cuanto a grosor, especialmente aportados por submarinos, pero se limitan al Ártico central, los cuales indican una disminución del grosor de aproximadamente 40% entre el período de 1958 a 1977 y el decenio de 1990. Sin embargo, es probable que esto sea una sobreestimación de esta disminución en toda la región ártica.
La mayoría de los glaciares montañosos y casquetes polares han estado disminuyendo; experimentando una retirada que probablemente comenzó alrededor de 1850. Aunque muchos glaciares del hemisferio norte tuvieron años de un casi equilibrio, alrededor de 1970, a esto le siguió una disminución incrementada. El derretimiento de los glaciares y de los casquetes polares adicionó 0,77 ± 0,22 mm yr–1 a la elevación del nivel del mar entre 1991 y 2004.
En su conjunto, los mantos de hielo de Groenlandia y Antártica con toda probabilidad disminuyen, contribuyendo Groenlandia en 0,2 ± 0,1 mm yr–1 y Antártica, 0,2 ± 0,35 mm yr–1 a la elevación del nivel del mar desde 1993 al 2003. Existen pruebas de pérdidas aceleradas durante el año 2005. Mayor grosor en las regiones frías de altitudes elevadas, en regiones frías de Groenlandia y la Antártica oriental, quizá debido a mayores nevadas, ha sido más que compensado por la disminución del grosor en las regiones costeras de Groenlandia y la Antártica oeste, en respuesta a un efluvio incrementado de hielo y un aumento de la superficie que se derrite en Groenlandia.
El hielo interactúa con el clima circundante en ondas complejas, por lo que las causas de cambios específicos no siempre son claras. No obstante, es un hecho inevitable que el hielo se derrite cuando la temperatura local está por encima del punto de congelación. Las reducciones de la cubierta de nieve y en los glaciares montañosos han ocurrido, en muchos casos, a pesar del aumento de las nevadas, lo que significa mayores temperaturas del aire. De igual modo, aunque los cambios en la cubierta de nieve afectan el suelo congelado y el hielo de lagos y ríos, al parecer ello no es suficiente para explicar los cambios observados, lo cual sugiere que el incremento de las temperaturas locales del aire ha sido importante. Las reducciones observadas del hielo marino ártico pueden simularse bastante bien en modelos que tengan influencia de la circulación histórica y los cambios de temperaturas. Los incrementos observados en las nevadas sobre los mantos de hielo en algunas regiones centrales frías, el derretimiento en la superficie en las regiones costeras y la fusión en la subplataforma de hielo en muchas costas, son todos consecuentes con el calentamiento. La naturaleza generalizada desde el punto de vista geográfico de estos cambios en la nieve y el hielo indica que el calentamiento generalizado sí es la causa de la pérdida general de hielo en la Tierra.