2.2 Originantes del cambio climático
Los cambios experimentados por las concentraciones de los GEI y aerosoles en la atmósfera, por la cubierta terrestre y por la radiación solar alteran el balance de energía del sistema climático y son factores originantes del cambio climático. Afectan la absorción, la dispersión y la emisión de radiación en la atmósfera y en la superficie de la Tierra. Los cambios positivos o negativos del balance de energía por efecto de esos factores se expresan en términos de forzamiento radiativo, que es la magnitud utilizada para comparar las influencias de naturaleza térmica sobre el clima mundial. {GTI RT.2}
Las actividades humanas generan emisiones de cuatro GEI de larga permanencia: CO2, metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y halocarbonos (grupo de gases que contienen flúor, cloro o bromo). Las concentraciones de GEI en la atmósfera aumentan cuando las emisiones son superiores en magnitud a los procesos de detracción.
Las concentraciones de CO2, CH4 y N2O en la atmósfera mundial han aumentado considerablemente por efecto de las actividades humanas desde 1750, y en la actualidad exceden con mucho de los valores preindustriales determinados mediante el análisis de núcleos de hielo acumulados durante miles de años (Figura 2.3). En 2005, las concentraciones de CO2 y CH4 en la atmósfera excedieron considerablemente del intervalo de valores naturales de los últimos 650.000 años. El aumento mundial de las concentraciones de CO2 se debe principalmente al uso de combustibles de origen fósil, con una aportación menor, aunque perceptible, de los cambios de uso de la tierra. Es muy probable que el aumento observado de la concentración de CH4 se deba predominantemente a la agricultura y al uso de combustibles fosílicos. El aumento de la concentración de N2O se debe principalmente a las actividades agrícolas. {GTI 2.3, 7.3, RRP}
La concentración de CO2 en la atmósfera mundial aumentó, pasando de un valor preindustrial de aproximadamente 280 ppm a 379 ppm en 2005. En los diez últimos años, la tasa de crecimiento anual de las concentraciones de CO2 (promedio del período 1995-2005: 1,9 ppm anuales) ha sido mayor que desde el comienzo de las mediciones directas continuas de la atmósfera (promedio de 1960-2005: 1,4 ppm anuales), aunque sujeta a variabilidad interanual. {GTI 2.3, 7.3, RRP; GTIII 1.3}
La concentración de CH4 en la atmósfera mundial ha aumentado, respecto de un valor preindustrial de aproximadamente 715 ppmm, hasta 1732 ppmm a comienzos de los años 90, alcanzando en 2005 las 1774 ppmm. Las tasas de crecimiento han disminuido desde el comienzo de los años 90, en concordancia con las emisiones totales (suma de fuentes antropógenas y naturales), que fueron casi constantes durante ese período. {GTI 2.3, 7.4, RRP}
La concentración mundial de N2O en la atmósfera aumentó respecto de los valores preindustriales, pasando de aproximadamente 270 ppmm a 319 ppmm en 2005. {GTI 2.3, 7.4, RRP}
La concentración de numerosos halocarbonos (incluidos los hidrofluorocarbonos) ha aumentado respecto de unos niveles casi nulos en la era preindustrial, debido principalmente a la actividad humana. {GTI 2.3, RRP; IEOC RRP}
Con un nivel de confianza muy alto, el efecto neto de las actividades humanas desde 1750 ha sido, en promedio, un aumento de la temperatura mundial, con un forzamiento radiativo de +1,6 [entre +0,6 y +2,4] W/m2 (Figura 2.4). {GTI 2.3, 6.5, 2.9, RRP}.
El forzamiento radiativo conjunto por efecto de los aumentos de CO2, CH4 y N2O se cifra en +2,3 [entre +2,1 y +2,5] W/m2, y su tasa de aumento durante la era industrial ha alcanzado, muy probablemente, un valor sin precedentes desde hace más de 10.000 años (Figuras 2.3 y 2.4). Entre 1995 y 2005, el forzamiento radiativo por CO2 aumentó en un 20%, y representa el cambio más acentuado experimentado en cualquiera de los decenios de, como mínimo, los últimos doscientos años. {GTI 2.3, 6.4, RRP}
Las contribuciones antropógenas a los aerosoles (principalmente sulfatos, carbono orgánico, carbono negro, nitratos y polvo) producen conjuntamente un efecto de enfriamiento, con un forzamiento radiativo directo total de -0,5 [entre -0,9 y -0,1] W/m2 y un forzamiento por albedo de nubes y directo de -0,7 [entre -1,8 y -0,3] W/m2. Los aerosoles influyen también en la precipitación. {GTI 2.4, 2.9, 7.5, RRP}
Frente a esos valores, se estima que los cambios de la irradiancia solar desde 1750 han causado un pequeño forzamiento radiativo, cifrado en +0,12 [entre +0,06 y +0,30] W/m2, menos de la mitad de la estimación ofrecida en el TIE. {GTI 2.7, RRP}